Existen espacios que cautivan, solo por la increíble atmósfera conseguida por la combinación entre la luz, las formas y el color, lugares con una impecable presencia que invitan a ser apreciados; pero no hay nada como un espacio que provoque, más que contemplarlo, sentirlo, vivirlo, tocarlo, percibirlo desde la experiencia de habitarle, y poder interactuar con él.  Es a través del uso de las texturas que se logra esta sensación, se entiende como aquello que se percibe al interactuar con la superficie de cualquier objeto a través del tacto: es así como este sentido, se estimula a “tocar” los espacios, a llevar el disfrute de cualquier lugar a otro nivel de percepción más íntimo y personal.

​

Una amplia gama de superficies se despliegan delante de nosotros, esperando a ser conjugadas a nuestro gusto para aportar diversidad y movimiento; desde un tejido en los muebles, hasta relieves en las paredes y efectos cinéticos obtenidos mientras jugamos con los colores; es ese toque que termina de definir la personalidad de una atmósfera con el aprovechamiento de las características propias de los materiales utilizados en el mobiliario o que son inherentes a la edificación, madera, concreto, piedra, baldosas, pisos de pasta o de terracota, todo aporta su propia textura y, a su vez,  termina siendo parte del conjunto de relieves que construyen un espacio.

​

En un área con colores definidos por ejemplo, son los elementos que yacen en su interior los que aportarían ese extra que nunca está de más, es ahí donde podemos imaginar qué queremos tocar y sentir más que cómo nos queremos sentir (que ya viene definido por el color) es la parte divertida del diseño de interiores, paredes lisas, muebles rugosos de madera, pisos de mármol, hasta esos pequeños ornamentos que decimos conjugar con los demás elementos formarán parte de la textura de un determinado espacio, basándonos en el contraste que se pueden generar entre las texturas bastas (no finas o lisas) en comparación con las suaves (lisas).

​

Es importante la aparición de lo que se conoce como “ritmo visual” en una composición, desde las artes plásticas, las fotografía, el cine, la arquitectura, todas contemplan este concepto; son los patrones que se repiten una y otra vez en un mismo espacio, las texturas son esos mínimos patrones que redundan una y otra vez, para ser “tocados con nuestra vista” por así decirlo; empecemos a llevar la experiencia de los lugares más allá, no sólo a la mera experiencia visual, sino, a querer penetrar en un espacio para rodearnos de un sinfín de estímulos, que queramos tocar las telas, el piso, las paredes, que trascienda lo contemplativo y sea lo que está destinada a ser, una experiencia multisensorial.