Parece un tributo a sol del trópico, como un poema azteca, o una palmera abierta en la playa, es curioso, como los objetos, casas y muebles, que surgen natural y empíricamente en una determinada región, parecen ser una perfecta respuesta a las condiciones del entorno;  tal parece el caso de la silla Acapulco vivo ejemplo del nombre de la tierra que la vio nacer, por su forma, y colores característicos, esta obra, puede igualarse con cualquier pieza icónica del diseño de interiores, fresca, sutil e inclusive divertida a la vista.

​

Conformada por una estructura, usualmente constituida por un armazón de metal, forrada en cuerdas de colores vibrantes que evocan los colores del mismo Acapulco, se convirtió en una pieza preferencial de los espacios abiertos, piscinas, playas, y terrazas de hoteles, perfectas para sentarse y apreciar la frescura y confort que ofrecían estos espacios, en las décadas de los 50’s y 60’s, cuando estas vivaces playas, eran frecuentadas por personalidades de la época como Elvis Presley, Elizabeth Taylor o el matrimonio Kennedy.

​

Este icono, se presenta en la actualidad como una opción para espacios tanto exteriores como interiores, aplicando ciertas modificaciones en su composición, como lo es el uso de acero galvanizado para su estructura base y cuerdas PVC flexibles, del mismo modo, por su sencillez y dinamismo, invita a dejarse llevar por la creatividad, y a experimentar con diferentes colores y texturas, se presta, para ser constantemente redescubierta.

​

De origen anónimo, si, resulta inquietante el hecho de no saber exactamente el nombre de su creador, pareciera que fuese el mismo Acapulco y su incomparable frescura, como si hubiese diseñado esta silla para sentarnos a apreciar el trópico y su belleza, una opción para cualquier espacio, para un día soleado, o un domingo por la tarde en un jardín, optar por esta pieza, es aportar una sensación de ligereza a cualquier ambiente.