Como una revolución en el diseño de interiores, a finales de la década de los sesenta, cuando los colores y las formas se conjugaban en una explosión de ideas; cuando los contrastes eran la norma, y corríamos el riesgo de que la sobriedad y el buen gusto se perdieran en el frenesí de la libertad creativa que caracterizo la época; surge el minimalismo como respuesta a todo lo que sucedía, como un llamado a la esencia misma, donde el color y las líneas vuelven a su forma original;  donde el “adorno” queda de lado, para darle paso a la practicidad y la funcionalidad.

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Siguiendo los preceptos del maestro Mies Van der Rohe, fiel defensor de su premisa más conocida "meno es más” obsesionado con encontrar la pureza de las formas, en su ejercicio como arquitecto, teniendo en cuenta la practicidad y el funcionalismo en los espacios, participó en la propuesta que dio pié a esta corriente, no solo del diseño de interiores, sino en el arte en general, siendo, inclusive hoy en día, referencia en el mundo de la moda, la escritura, hasta el teatro y el cine; todo, en pro de regresar a lo esencial, a la raíz del buen gusto.

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Paredes cargadas de blanco, que es el color por excelencia en el minimalismo, pisos lisos, con pocos detalles, muebles básicos, de colores absolutos, llevados a su forma más básica, cuadrados, rectangulares, circunferencias enteras ara un sofá, o mesas y sillas completamente cuadrados, son sólo unas cuantas líneas en el espacio que a su vez, aportan algo de color y enfatizan la luz en diferentes áreas; teniendo en cuenta que absolutamente nada, está por capricho, y que cada uno de los objetos cumple una función que va más allá de lo estético.

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Imaginemos espacios sin complicaciones, sin muebles muy elaborados, ni tapices cargados de formas y arabescos, olvidémonos de la complejidad de la vieja escuela, quitemos las viejas cortinas de la abuela, pesados muebles de hierro y madera tallada; el minimalismo llegó para darle la bienvenida al desenfado y la ligereza en los espacios, llenarlos de luz y dejar que las líneas y las formas aporten el color necesario y solo el necesario, olvidemos la falsa creencia de la ostentación en los espacios, y dejemos que nuestra esencia de vea reflejada, sencilla, humilde, armoniosa, porque menos es más, y la belleza reside en la sencillez.