Es extraño conseguir elementos en el diseño de interiores (sobre todo muebles) que sean tanto útiles, cómodos y prácticos; además de llegar a ser referencia de buen gusto, elegancia y sobriedad;  entre estos extraños y únicos elementos existe uno que engloba todas estas características. Mies van der Rohe nos ha regalado una pieza única, un ícono del siglo XX capaz de englobar todas las cualidades previamente descritas.

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Este arquitecto y diseñador industrial alemán, le dio forma a esta idea para la Exposición Internacional de Barcelona en 1929; En este evento se mostraron tendencias vanguardistas para la época, como el uso de del cristal o la introducción de la planta variable, mientras, en el Pabellón de Alemania resaltaba el acero cromado de la “Silla Barcelona” su diseño tan particular y la mezcla de este metal galvanizado con el cuero le dieron los atributos suficientes como para quedar grabada en la historia como un avance en el diseño de interiores, más que un mueble, una pieza de arte única, funcional y cargada de una estética nunca antes vista.

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Más allá de su composición, de su brillante acabado y sus 40 paneles de cuero cortados a mano, de alta calidad rellenos con espuma de poliuretano sumamente resistente; este artículo, más que un objeto, es un discurso moderno, un vistazo de lo que estaba a punto de venir, siendo una digna representante de la premisa de su creador “menos es mas”  y es, precisamente, en su sencilla elegancia, donde reside su particular atractivo.

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Disponible en cinco colores, negro, blanco, rojo, azul y café es una excelente opción para aquellos que saben apreciar los elementos en el espacio, no solo por su utilidad y estética, sino por lo que representa, la silla Barcelona viste cualquier locación, y su enigmática y atemporal figura se destaca, como un símbolo, un ícono para el diseño de interiores, una tendencia que se redescubre constantemente.

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