Sentir los espacios, suena poético, y ciertamente pareciera una idea utópica, solo alcanzable en teoría cuánticas, se queda corta la vista, cuando se trata de apreciar la complejidad de una idea arquitectónica, colores, texturas, sonidos y olores. El sentido del olfato parece no tener mucha relación con la percepción de una estructura, lo que comúnmente se entiende como una obra plástica, puede entenderse como una experiencia multisensorial, si nos abrimos a despertar en nosotros esa conciencia constante de estar totalmente  atentos y receptivos a nuestro entorno.

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Captar la profundidad de un espacio a través del olfato reside en la concepción de los materiales, y las sensaciones que éstos pueden evocar. Los olores, son sumamente poderosos,  están estrechamente ligados a la memoria sensorial, y pueden revivir sensaciones y momentos específicos, tanto agradables como aquellos que deseamos olvidar. También pueden sugestionarnos a tal punto, de transportarnos a lugares y a situaciones de nuestro pasado, la casa de nuestra infancia, el jardín donde jugábamos o esa indiscutible frescura de estructuras amplias y prolijas.

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¿Cómo huele un museo, una sala, un dormitorio? Y más importante ¿Cómo huelen los materiales que componen su estructura?  Madera, concreto, yeso, fibras ¿Cómo corre el aire a través de las paredes? Cuando se conciben los espacios teniendo estas variables en cuenta, es cuando llegamos a la esencia misma del arte estructural, de la plástica en general, cuando el artista concibe su obra como un todo, una experiencia compleja que puede ser percibida de diferentes maneras.

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Sabemos que el olfato y el gusto están intrínsecamente relacionados, y, aunque suene muy abstracto, percibiendo los olores de un lugar podemos inferir sus sabores, generando dentro de nosotros, una compleja, poderosa y profunda apreciación de la arquitectura como arte, adentrándonos en su concepto, en el fondo, más allá de las formas que a primera vista son fácilmente perceptibles.

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Está en nosotros abrir nuestros sentidos y experimentar cada lugar donde nos encontremos de una manera completa y compleja, haciéndonos conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor, los sonidos, colores, formas, sensaciones, olores, forman parte de toda una gama de estímulos que un artista ha puesto a nuestra disposición para adentrarnos en la experiencia de estar, simplemente yacer en la variopinta anécdota que implica residir en un espacio, homogeneizando toda esta experiencia, con la certeza de que nos es más que un espacio, paredes, pisos y techos, pero en su composición, nos develan toda una obra de arte digna de ser degustada, hasta el último olfateo.